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Restaurantes kilómetro cero: beneficios de usar productos locales

Calidad, sostenibilidad y apoyo a los productores locales: así es la cocina de kilómetro cero. ¿Vale la pena? Te lo contamos.

5 minutos

12/2/25

Se les conoce como productos de proximidad, de kilómetro cero o local, pero todos estos términos significan lo mismo y representa el futuro de la gastronomía sostenible. Muchos restaurantes de alta cocina reconocidos por la Guía Michelin, incluidos aquellos Bib Gourmand y nuevos establecimientos más pequeños, han integrado en sus menús ingredientes de proximidad. 

Estos restaurantes buscan que los comensales disfruten una experiencia de calidad con sabores auténticos, al mismo tiempo que promueven la diversidad de productos que ofrece el entorno cercano, fortaleciendo así un modelo de consumo responsable y sostenible.

¿Qué son los productos de kilómetro cero?

Los productos de kilómetro cero son aquellos que provienen de un radio máximo de 100 kilómetros desde el lugar donde son consumidos. En la gastronomía, esto significa que los restaurantes adquieren directamente los ingredientes de productores locales, asegurando frescura y calidad en cada plato. Esta práctica hace que la materia prima sea siempre de temporada y está libre de procesos industriales, como la conservación y el empaquetado. Además, fortalece la economía local, pues se le da prioridad a los pequeños agricultores y ganadores de la zona.

Uno de los pilares fundamentales de los menús de kilómetro cero es el respeto por el entorno y la biodiversidad. Para ello, los restaurantes que siguen esta filosofía se abastecen de productos locales y ecológicos, reduciendo así la huella de carbono generada por el transporte de alimentos.

Por otra parte, muchos de estos establecimientos se alinean con el movimiento Slow Food, una corriente que defiende la alimentación saludable basada en ingredientes naturales y libres de aditivos artificiales. Otro aspecto clave es el respeto por los ciclos de crecimiento de cada alimento, priorizando el consumo de productos de temporada, lo que promueve un modelo de producción más equilibrado y sostenible.

Asimismo, este movimiento contribuye a educar a las personas sobre la importancia de una alimentación consciente y sostenible.

Del huerto al plato: la magia de los restaurantes kilómetro cero

La esencia de los restaurantes kilómetro cero radica en el uso de ingredientes frescos, locales y de temporada, una filosofía que permite aprovechar al máximo los recursos que la naturaleza ofrece en cada estación. Los grandes chefs apuestan por esta forma de trabajo, valorando la cercanía de los productos y su calidad. Algunos cuentan con la ventaja de cultivar sus propios huertos, lo que les garantiza un control absoluto sobre los ingredientes que utilizan, mientras que otros establecen estrechas relaciones con agricultores y recolectores de la zona, asegurando así un abastecimiento sostenible y de confianza.

Los beneficios de los productos kilómetro cero son innumerables, pero destacan especialmente por su impacto positivo en el medio ambiente y en la economía local. Al reducir la distancia de transporte, se minimizan las emisiones de gases contaminantes y la huella de carbono, contribuyendo a la lucha contra el cambio climático. Además, estos alimentos mantienen intactas sus propiedades nutricionales, favoreciendo una alimentación más saludable. Esta práctica también fortalece la agricultura y la ganadería local, apoyando a los pequeños productores y promoviendo el comercio justo al eliminar intermediarios entre el campo y la mesa

No es casualidad que los mejores cocineros y chefs del mundo sigan esta filosofía. Como afirma Eduard Xatruch, chef y cofundador de Disfrutar, reconocido como el mejor restaurante del mundo: "cualquier restaurante que busque los mejores productos los tiene al lado de casa". Esta declaración resume a la perfección la importancia de los ingredientes de proximidad y su impacto en la alta gastronomía.

Desafíos de crear un menú con producto local

El concepto de adoptar un modelo de kilómetro cero en un restaurante es motivador, pero tiene sus contras que pueden afectar la rentabilidad del negocio. La viabilidad de esta filosofía depende en gran medida del comportamiento de los consumidores, así como de la capacidad del establecimiento para adaptarse a las particularidades del mercado local.

Costos más elevados

Los productos locales suelen tener un precio más alto en comparación con los de importación, ya que no cuentan con las ventajas de la producción en masa ni con la distribución a gran escala. Además, el cultivo y elaboración artesanal de estos ingredientes requieren una mayor inversión en mano de obra y procesos más cuidadosos.

Limitación en la variedad de ingredientes

Al depender exclusivamente de proveedores locales, los restaurantes pueden encontrar dificultades para acceder a ciertos productos fuera de temporada o imprevistos climáticos como lluvias y plagas. Esto supone un desafío a la hora de diseñar menús creativos, adaptarse a cualquier escasez y satisfacer a clientes que buscan mayor diversidad en su experiencia gastronómica, sin afectar el precio final.

Dificultades en el abastecimiento constante

La producción local está sujeta a factores climáticos y estacionales, lo que puede generar escasez de ciertos productos en determinadas épocas del año. Para hacer frente a estas fluctuaciones, es esencial contar con una red de proveedores confiable y un sistema de gestión de inventario flexible.

Necesidad de concienciar al cliente

No todos los comensales están dispuestos a pagar un precio más alto por un menú basado en productos de proximidad. Por ello, los restaurantes deben invertir en estrategias de comunicación y marketing que destaquen los beneficios ambientales, sociales y de calidad asociados a este modelo gastronómico.

Mayor esfuerzo logístico

A diferencia de los grandes distribuidores que ofrecen soluciones centralizadas, los restaurantes de kilómetro cero deben coordinarse con múltiples pequeños productores para garantizar un suministro constante de ingredientes frescos. Esto implica una gestión más compleja y un mayor tiempo dedicado a la organización de proveedores y entregas.

Competencia con grandes cadenas y supermercados

Los restaurantes que trabajan con productos locales deben enfrentarse a la competencia de grandes cadenas que pueden ofrecer precios más bajos gracias a la compra a gran escala. Para diferenciarse, es fundamental enfocarse en la calidad de los platos, la experiencia gastronómica y el compromiso con la sostenibilidad, destacando el valor añadido de los ingredientes de proximidad.

Si bien estos desafíos pueden parecer significativos, los restaurantes que apuestan por el kilómetro cero encuentran en la autenticidad, la sostenibilidad y el apoyo a la economía local sus principales fortalezas. La clave está en la planificación, la creatividad y la educación del consumidor para hacer de este modelo una opción rentable y atractiva.

¿Qué piensan los consumidores?

Aunque los restaurantes kilómetro cero han ganado popularidad entre los consumidores conscientes y los entusiastas de la gastronomía de proximidad, es más complicado mantener unos precios competitivos como los de aquellos restaurantes que compran los productos a proveedores globalizados o de importación. 

De modo que, es inevitable que para un ciudadano de a pie, por mucho que quiera contribuir con una causa medioambiental, consumir productos de proximidad, frescos y más saludables, sea más costoso. La pregunta que nos hacemos, ¿los consumidores están dispuestos a pagar más por un menú en un restaurante kilómetro cero? 

Según una encuesta realizada por este medio a 30 personas entre 25 y 55 años, el 75% aceptaría un incremento moderado en el precio, pero solo un 8% pagaría más sin dudarlo, frente a un 16% que no le importa la procedencia de los ingredientes y un 4% que no pagaría más por este concepto.

El principal motivo que impulsa a los clientes a elegir un restaurante de kilómetro cero es la calidad y frescura de los productos (66%), seguido del apoyo a los productores locales (33%) y porque es bueno para el medio ambiente (25%). 

En cuanto al sobreprecio aceptable, el 54% considera razonable un aumento de hasta un 10%, mientras que solo el 12% aceptaría un incremento del 20%. Además, un 70% afirma que su interés por este tipo de restaurantes aumentaría dependiendo de otros factores (precio, ubicación, menú). 

En conclusión, la clave para atraer más consumidores a este modelo gastronómico radica en comunicar de manera efectiva sus beneficios y encontrar un equilibrio entre sostenibilidad y accesibilidad económica.

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La gastronomía española rinde homenaje a una de sus tapas más icónicas: la croqueta. En el Día Internacional de la Croqueta, que se celebra cada 16 de enero, esta delicia recibe toda la atención que merece. Aprovechando la ocasión, nos hemos dado a la difícil tarea de crear esta guía para descubrir dónde comer las mejores croquetas en España.

Hablar de croquetas es adentrarse en un mundo de creatividad infinita. Desde las clásicas de jamón hasta las más atrevidas de bacalao, rabo de toro o queso azul, cada una tiene su propio carácter. Y si nos fijamos en el rebozado, encontramos opciones para todos los gustos: desde el tradicional pan rallado hasta versiones innovadoras con panko o maíz tostado. 

Sin embargo, todas comparten algo en común: una bechamel perfectamente cocinada, sin grumos y con el punto exacto de melosidad, acompañada de una fritura que logre ese crujido característico que da sentido a su nombre, derivado del verbo francés croquer.

Croquetas Michelin

El bocado delicioso de un plato tradicional, elevado a la categoría de alta gastronomía, es lo que ofrecen los restaurantes más destacados de la guía Michelin. En sus propuestas, las croquetas dejan de ser una simple tapa para convertirse en una experiencia culinaria inolvidable.

¿Los más sonados? En Asturias, nombres como Casa Marcial (3 estrellas) y Casa Gerardo (1 estrella) se encuentran a la vanguardia. En El Corral del Indianu (1 estrella) y Regueiro (Tox), sus croquetas también se han ganado un lugar privilegiado en el panorama gastronómico nacional. La delicadeza de sus elaboraciones y la calidad de sus ingredientes hacen que cada bocado sea pura magia.

En otras partes de España, destacan las croquetas de jamón ibérico en Solana (1 estrella) y las de Trivio en Cuenca, donde la chacina estrella se convierte en arte. Para quienes buscan originalidad, las croquetas de tres carnes en Tatau Bistro (1 estrella) o las de pollo asado en Canalla Bistro (Valencia) son opciones imprescindibles. También merece una mención especial la versión de cocido de la abuela Manuela que se sirve en Tapas 3.0 (Salamanca), una auténtica oda a la tradición familiar, destaca la Guía Michelin.

Barcelona no se queda atrás. Lugares como Freixa Tradició y Vivanda (ambos reconocidos con un Bib Gourmand), junto con Mont Bar y Bardeni-Caldeni, presentan croquetas irresistibles, con propuestas donde la carne toma un protagonismo especial.

Por último, no podemos olvidar las emblemáticas croquetas de Echaurren (La Rioja), elaboradas siguiendo la receta de Marisa Sánchez, Premio Nacional de Gastronomía en 1987 y madre del chef dos estrellas Michelin, Francis Paniego. Estas croquetas han trascendido fronteras y son consideradas un icono en la alta cocina española.

Croqueta del Echaurren. Cortesía Guía Michelin.

Las de jamón

Si hay una croqueta que conquista paladares de norte a sur, es la de jamón. Su popularidad es indiscutible, tanto entre los comensales como en los concursos culinarios que buscan coronar a la mejor de España.

En Toledo, Iván Cerdeño ha marcado un antes y un después en la elaboración de croquetas. Su influencia es tal que varios de los ganadores recientes del Campeonato de Croquetas de Jamón son discípulos suyos. No lejos de ahí, las croquetas de jamón ibérico de José Manuel Gallego, también en Toledo, destacan por su calidad y ejecución, al punto de ser consideradas dignas de concurso. Cañitas Maite, otro representante toledano, se lleva el prestigioso título de Mejor Croqueta de Jamón Joselito en el concurso de Madrid Fusión 2021.

Más al sur, en Albacete, Ababol brilló con su croqueta elaborada con Jamón 5Jotas, conquistando el título de Mejor Croqueta de España en 2023.

En Asturias, las croquetas de jamón de Casa Belarmino han mantenido su fama a lo largo de los años. Finalistas en Madrid Fusión 2020, son un ejemplo de tradición y excelencia que sigue enamorando a quienes las prueban.

El restaurante Quinqué de Madrid se alzó como campeón de la Mejor Croqueta de Jamón de España en 2024. Entre los finalistas de ese año están el restaurante Pandora (Avilés), Flama (Valencia), La Barra de la Tasquería (Madrid), Santabar (Alicante), Jardín de los Duques (Madrid) y Jorge Lozano del restaurante Portal del Lino (Salamanca). Cada uno de ellos destaca por esta icónica tapa.

El norte destaca con las mejores croquetas

Cuando se trata de croquetas, el norte de España se posiciona como una auténtica cuna de excelencia. En Asturias y Burgos, los chefs han logrado crear versiones únicas que combinan tradición, innovación y una técnica impecable, elevando esta tapa a niveles inigualables.

En Oviedo, Pedro Martino, del restaurante Naguar, ha ganado reconocimiento por sus croquetas excepcionales. En Regueiro (Asturias), las croquetas han alcanzado el estatus de leyenda y han obtenido el premio a la Mejor Croqueta del Mundo en 2015, un reconocimiento que reafirma la maestría de su cocina. Otro imprescindible asturiano es Casa Gerardo, cuyas croquetas de compango de fabada se han convertido en una referencia indiscutible.

En Burgos, Cobo Estratos sorprende con su ‘Croqueta de leche fresca de vaca e ibérico’. Este restaurante combina la pureza de la leche local con la intensidad del jamón ibérico, logrando un equilibrio sublime que convierte cada bocado en una experiencia inolvidable.

Las croquetas de Madrid

Madrid, con su vibrante escena gastronómica, se posiciona como uno de los epicentros de las mejores croquetas de España. La capital ofrece desde las más tradicionales hasta las creaciones más innovadoras, conquistando a locales y turistas por igual.

El restaurante Tres por Cuatro ha destacado como finalista en el campeonato a la Mejor Croqueta de Jamón 2024, consolidándose como un referente en la escena croquetera madrileña. Otra de las grandes favoritas son las croquetas de Arzábal, cuya receta incorpora leche de oveja para intensificar su sabor.

En el barrio de Tetuán, Viavélez, una taberna de esencia asturiana dirigida por Paco Ron, deleita con dos variedades excepcionales: jamón y gambas. Por su parte, El Quinto Vino, una taberna castiza de renombre, sorprende con sus emblemáticas “croquetas de Esperanza”, elaboradas con jamón serrano y conocidas por su tamaño generoso y sabor tradicional.

Para los amantes de la creatividad, La Gastroteca de Chema es una parada obligatoria. Este restaurante, dirigido por Chema Soler, reinventa la croqueta con combinaciones únicas como tex mex de pollo, guacamole y jalapeños, pato con foie, o incluso croquetas líquidas de queso con confitura de tomate y olivas negras. Su carta es un paraíso para los croqueteros más atrevidos.

Entre los imprescindibles de Madrid también destacan las propuestas de La Tasquita de Enfrente, Cañadío, y BiBo Madrid, donde el chef Dani García mantiene la esencia de sus recetas originales, con opciones como jamón con polvo seco de tomate o chipirones en su tinta.

El restaurante Santerra también merece mención especial, cuyas croquetas de jamón ibérico se han alzado como las Mejores Croquetas del Mundo en Madrid Fusión 2018. Y si lo que buscas es historia y autenticidad, la taberna Casa Julio no decepciona. Su carta incluye opciones únicas como espinacas con pasas y gorgonzola, morcilla con membrillo, setas con puerros, queso azul, y muchas más.

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