Negocio

La realidad de montar un Food Truck

Montar un food truck en España es posible y rentable, pero requiere estrategia, inversión, permisos y mucha más chispa que solo buena comida.

3 minutos

23/4/25

Montar un food truck suena como el sueño millennial definitivo: cocinar lo que te gusta, moverte por festivales, llevar tu cocina al mundo y vivir con la libertad de quien no depende de reservas ni alquileres imposibles. Pero, ojo, no todo es rock and roll gastronómico. La realidad es que la burocracia no te pondrá fácil: papeleo, permisos, inversión y gestión de personal.

¿Romántico? Sí. ¿Rentable? Puede ser. ¿Fácil? Para nada. El sector de las food trucks en España va como un tiro, eso es cierto. Cada vez más gente busca comida rápida, pero con chispa, y estas cocinas sobre ruedas responden bien. Aun así, la competencia es salvaje y muchos mueren en la primera curva por no haber hecho los deberes. Spoiler: no se trata solo de vender hamburguesas.

¿Es rentable montar una Food Truck en España?

La respuesta corta es: sí, pero no es un chollo automático. La larga: necesitas estrategia, cabeza fría y mucha, mucha paciencia. ¿Te imaginas una zona top con buen flujo de clientes y poca competencia? Corre que vuelan. Hay que estar en el sitio adecuado, con la comida adecuada y cumplir con una normativa que no es precisamente friendly. Hay reglas diferentes según si estás en la vía pública o en un recinto privado, así que sí, vas a tener que leer la letra pequeña.

La ventaja frente a un restaurante tradicional es evidente: menos inversión inicial, más movilidad, más posibilidad de experimentar. Pero también menos estabilidad, más papeleo itinerante y la necesidad de tener un concepto de marca clarísimo. Y si piensas competir con la venta ambulante de toda la vida, necesitas destacar mucho: sabor, imagen, servicio… todo cuenta.

¿De cuánto dinero estamos hablando?

Aquí viene el jarro de agua fría. El sueño sobre ruedas cuesta. Y no poco. Para empezar, necesitas un vehículo (compra o alquiler), equiparlo como una cocina funcional, cumplir con normativas de sanidad, tener seguros, pagar licencias municipales, gasolina, gas… Vamos, que no es solo tunear una furgoneta vieja y tirar pa'lante.

Los permisos dependen del ayuntamiento, y cada ciudad tiene su propio rollo. Algunos son más abiertos, otros no están bien definidos. Por eso, muchos food trucks tiran de eventos privados, ferias o festivales donde ya todo está más organizado. La clave está en moverse, detectar oportunidades y tener un calendario que no dependa del azar.

Y no olvides el marketing: Instagram es tu nuevo escaparate. Si tu camión no es instagrammable, lo llevas crudo.

¿Cuánto se puede ganar?

Aquí viene la pregunta del millón, y nunca mejor dicho. Un food truck bien gestionado puede sacar entre 150 y 500 euros al día, aunque claro, eso depende del tipo de comida, del lugar y de si llueve o hay sol. A lo largo del año, los más finos pueden alcanzar hasta 150.000 euros, pero eso no pasa sin estrategia y mucho curro.

No te lances sin hacer un estudio de mercado. Investiga la competencia, el tipo de público, la demanda local. No vale solo con tener una receta de croquetas “como las de tu abuela”. Hay que saber venderlas, posicionarlas y tener claro cuándo, dónde y a quién.

Lo que recomiendan los expertos

Primera regla: no puedes aparcar tu food truck donde te dé la gana. Hay una normativa, y sí, es un dolor de cabeza. Por eso, la mayoría trabaja en eventos privados. No es que no quieran salir a la calle, es que no pueden (o no les dejan).

Consejo de veteranos: empieza alquilando. Prueba en un festival o en una feria de pueblo. Si te va bien, y ves que no solo cubres gastos sino que sacas tajada, entonces sí: busca asesoramiento, invierte con cabeza y lánzate.

Para facturar de verdad necesitas tres cosas:

  1. Un producto que se defienda solo: auténtico, sabroso, diferente.
  2. Un camión que grite “ven a mí”: sí, la estética importa, mucho.
  3. Redes sociales on fire: que te sigan, te compartan y que sepan dónde vas a estar cada semana.

Tabla de contenidos

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La gastronomía española rinde homenaje a una de sus tapas más icónicas: la croqueta. En el Día Internacional de la Croqueta, que se celebra cada 16 de enero, esta delicia recibe toda la atención que merece. Aprovechando la ocasión, nos hemos dado a la difícil tarea de crear esta guía para descubrir dónde comer las mejores croquetas en España.

Hablar de croquetas es adentrarse en un mundo de creatividad infinita. Desde las clásicas de jamón hasta las más atrevidas de bacalao, rabo de toro o queso azul, cada una tiene su propio carácter. Y si nos fijamos en el rebozado, encontramos opciones para todos los gustos: desde el tradicional pan rallado hasta versiones innovadoras con panko o maíz tostado. 

Sin embargo, todas comparten algo en común: una bechamel perfectamente cocinada, sin grumos y con el punto exacto de melosidad, acompañada de una fritura que logre ese crujido característico que da sentido a su nombre, derivado del verbo francés croquer.

Croquetas Michelin

El bocado delicioso de un plato tradicional, elevado a la categoría de alta gastronomía, es lo que ofrecen los restaurantes más destacados de la guía Michelin. En sus propuestas, las croquetas dejan de ser una simple tapa para convertirse en una experiencia culinaria inolvidable.

¿Los más sonados? En Asturias, nombres como Casa Marcial (3 estrellas) y Casa Gerardo (1 estrella) se encuentran a la vanguardia. En El Corral del Indianu (1 estrella) y Regueiro (Tox), sus croquetas también se han ganado un lugar privilegiado en el panorama gastronómico nacional. La delicadeza de sus elaboraciones y la calidad de sus ingredientes hacen que cada bocado sea pura magia.

En otras partes de España, destacan las croquetas de jamón ibérico en Solana (1 estrella) y las de Trivio en Cuenca, donde la chacina estrella se convierte en arte. Para quienes buscan originalidad, las croquetas de tres carnes en Tatau Bistro (1 estrella) o las de pollo asado en Canalla Bistro (Valencia) son opciones imprescindibles. También merece una mención especial la versión de cocido de la abuela Manuela que se sirve en Tapas 3.0 (Salamanca), una auténtica oda a la tradición familiar, destaca la Guía Michelin.

Barcelona no se queda atrás. Lugares como Freixa Tradició y Vivanda (ambos reconocidos con un Bib Gourmand), junto con Mont Bar y Bardeni-Caldeni, presentan croquetas irresistibles, con propuestas donde la carne toma un protagonismo especial.

Por último, no podemos olvidar las emblemáticas croquetas de Echaurren (La Rioja), elaboradas siguiendo la receta de Marisa Sánchez, Premio Nacional de Gastronomía en 1987 y madre del chef dos estrellas Michelin, Francis Paniego. Estas croquetas han trascendido fronteras y son consideradas un icono en la alta cocina española.

Croqueta del Echaurren. Cortesía Guía Michelin.

Las de jamón

Si hay una croqueta que conquista paladares de norte a sur, es la de jamón. Su popularidad es indiscutible, tanto entre los comensales como en los concursos culinarios que buscan coronar a la mejor de España.

En Toledo, Iván Cerdeño ha marcado un antes y un después en la elaboración de croquetas. Su influencia es tal que varios de los ganadores recientes del Campeonato de Croquetas de Jamón son discípulos suyos. No lejos de ahí, las croquetas de jamón ibérico de José Manuel Gallego, también en Toledo, destacan por su calidad y ejecución, al punto de ser consideradas dignas de concurso. Cañitas Maite, otro representante toledano, se lleva el prestigioso título de Mejor Croqueta de Jamón Joselito en el concurso de Madrid Fusión 2021.

Más al sur, en Albacete, Ababol brilló con su croqueta elaborada con Jamón 5Jotas, conquistando el título de Mejor Croqueta de España en 2023.

En Asturias, las croquetas de jamón de Casa Belarmino han mantenido su fama a lo largo de los años. Finalistas en Madrid Fusión 2020, son un ejemplo de tradición y excelencia que sigue enamorando a quienes las prueban.

El restaurante Quinqué de Madrid se alzó como campeón de la Mejor Croqueta de Jamón de España en 2024. Entre los finalistas de ese año están el restaurante Pandora (Avilés), Flama (Valencia), La Barra de la Tasquería (Madrid), Santabar (Alicante), Jardín de los Duques (Madrid) y Jorge Lozano del restaurante Portal del Lino (Salamanca). Cada uno de ellos destaca por esta icónica tapa.

El norte destaca con las mejores croquetas

Cuando se trata de croquetas, el norte de España se posiciona como una auténtica cuna de excelencia. En Asturias y Burgos, los chefs han logrado crear versiones únicas que combinan tradición, innovación y una técnica impecable, elevando esta tapa a niveles inigualables.

En Oviedo, Pedro Martino, del restaurante Naguar, ha ganado reconocimiento por sus croquetas excepcionales. En Regueiro (Asturias), las croquetas han alcanzado el estatus de leyenda y han obtenido el premio a la Mejor Croqueta del Mundo en 2015, un reconocimiento que reafirma la maestría de su cocina. Otro imprescindible asturiano es Casa Gerardo, cuyas croquetas de compango de fabada se han convertido en una referencia indiscutible.

En Burgos, Cobo Estratos sorprende con su ‘Croqueta de leche fresca de vaca e ibérico’. Este restaurante combina la pureza de la leche local con la intensidad del jamón ibérico, logrando un equilibrio sublime que convierte cada bocado en una experiencia inolvidable.

Las croquetas de Madrid

Madrid, con su vibrante escena gastronómica, se posiciona como uno de los epicentros de las mejores croquetas de España. La capital ofrece desde las más tradicionales hasta las creaciones más innovadoras, conquistando a locales y turistas por igual.

El restaurante Tres por Cuatro ha destacado como finalista en el campeonato a la Mejor Croqueta de Jamón 2024, consolidándose como un referente en la escena croquetera madrileña. Otra de las grandes favoritas son las croquetas de Arzábal, cuya receta incorpora leche de oveja para intensificar su sabor.

En el barrio de Tetuán, Viavélez, una taberna de esencia asturiana dirigida por Paco Ron, deleita con dos variedades excepcionales: jamón y gambas. Por su parte, El Quinto Vino, una taberna castiza de renombre, sorprende con sus emblemáticas “croquetas de Esperanza”, elaboradas con jamón serrano y conocidas por su tamaño generoso y sabor tradicional.

Para los amantes de la creatividad, La Gastroteca de Chema es una parada obligatoria. Este restaurante, dirigido por Chema Soler, reinventa la croqueta con combinaciones únicas como tex mex de pollo, guacamole y jalapeños, pato con foie, o incluso croquetas líquidas de queso con confitura de tomate y olivas negras. Su carta es un paraíso para los croqueteros más atrevidos.

Entre los imprescindibles de Madrid también destacan las propuestas de La Tasquita de Enfrente, Cañadío, y BiBo Madrid, donde el chef Dani García mantiene la esencia de sus recetas originales, con opciones como jamón con polvo seco de tomate o chipirones en su tinta.

El restaurante Santerra también merece mención especial, cuyas croquetas de jamón ibérico se han alzado como las Mejores Croquetas del Mundo en Madrid Fusión 2018. Y si lo que buscas es historia y autenticidad, la taberna Casa Julio no decepciona. Su carta incluye opciones únicas como espinacas con pasas y gorgonzola, morcilla con membrillo, setas con puerros, queso azul, y muchas más.

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