Las palomitas de maíz no solo son el acompañante perfecto para una película, ¡tienen toda una historia detrás! ¿Curioso? Haz clic y descubre cómo llega a ser el ‘snack’ más popular de las salas de cine.
Las palomitas de maíz son el aperitivo por excelencia para ver una película, sobre todo si es en el cine. Su crujido inconfundible, el aroma tentador que invade la sala y su versatilidad para adaptarse a todos los gustos, las convierten en un culto al séptimo arte. Saladas, con mantequilla, caramelizadas, mitad y mitad o incluso bañadas en chocolate. Pero ¿alguna vez te has preguntado cómo las palomitas de maíz han llegado a las salas de cine?
En este artículo te llevamos detrás de cámaras para descubrir por qué este snack tan simple se ha convertido en el compañero inseparable de las salas de cine. Spoiler alert: su historia está llena de giros inesperados.
De hecho, por si no sabías, las palomitas de maíz tienen su propio día mundial que se celebra cada 19 de enero. Por ello, hemos decidido dedicar este espacio para contarte la historia detrás de este clásico aperitivo que no falta en las salas de cine.
En sus inicios, el cine era un entretenimiento reservado para la élite. Las salas de proyección no se parecían en nada a los multicines que conocemos hoy; más bien, evocaban la sofisticación de una ópera o un teatro, con lujosas alfombras y decoraciones que no permitían ni una miga fuera de lugar. Comer durante una función estaba fuera de toda discusión.
Este exclusivo pasatiempo estaba al alcance de pocos debido a los altos costos, lo que convertía cada visita al cine en una experiencia refinada y elitista. Las butacas de terciopelo y los ambientes cuidadosamente diseñados eran testigos de un séptimo arte que, en sus primeros pasos, estaba lejos de la accesibilidad que hoy conocemos. Pero con el tiempo, todo cambió, y las palomitas entraron en escena para democratizar esta experiencia cultural.
Con la llegada del sonido, el cine comienza a abrirse al público en general. Y, desde la Gran Depresión (1929-1933), el cine ya no valía demasiado dinero, por lo que se había convertido en el escape perfecto para millones de estadounidenses que enfrentan una crisis económica devastadora.
En un tiempo en el que más de 13 millones de personas habían perdido sus empleos, las entradas para ir al cine se habían convertido en uno de los pocos lujos que las familias podían permitirse, ofreciendo un respiro de la dura realidad sin vaciar los bolsillos.
Por otra parte, en una época marcada por la escasez de suministros, el maíz destacaba como un alimento económico y accesible. Así, las palomitas, fáciles de preparar y con un costo mínimo, se vendían en las calles como un aperitivo barato. Por ello, muchas personas, comienzan a comprar a los vendedores ambulantes palomitas de maíz por apenas cinco o diez centavos antes de entrar al cine y las escondían bajo los abrigos para burlar la prohibición inicial de consumir alimentos en el interior.
De modo que, las palomitas se convierten en el aperitivo preferido para acompañar a los espectadores en las salas, pese a la prohibición. Algo que al poco tiempo comienza a cambiar.
Aunque en los primeros años comer dentro de las salas de cine seguía estando prohibido, Julia Braden, una emprendedora visionaria, había detectado una oportunidad única. En 1931, propuso a los propietarios del Linwood Theater, en Kansas City, montar un puesto de palomitas dentro del cine, ofreciéndoles una parte de las ganancias a cambio. Su idea fue un éxito rotundo, y pronto los dueños de otras salas comienzan a replantearse la rígida política de no permitir alimentos en sus establecimientos.
La estrategia de Julia marca un antes y un después. Al darse cuenta del potencial económico de las palomitas, los propietarios de los cines deciden eliminar al intermediario y producirlas ellos mismos. Para 1938, muchas salas ya contaban con sus propias máquinas para hacer palomitas, maximizando los beneficios y consolidando este snack como el compañero perfecto de las películas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, las palomitas alcanzan aún mayor popularidad debido a la escasez de azúcar, lo que impulsa el consumo de maíz como alternativa económica y abundante. Fue entonces cuando este hábito, iniciado por la visión de una mujer emprendedora, queda grabado en la historia del cine y en nuestras costumbres, uniendo para siempre las palomitas y la gran pantalla.
Aunque podría pensarse que el Día Mundial de las Palomitas de Maíz, celebrado cada 19 de enero, está relacionado con su papel icónico en las salas de cine, la realidad es diferente. Este día tiene su origen en Estados Unidos, donde este snack es igual de popular en eventos deportivos, especialmente en el fútbol americano.
La idea más aceptada es que ha sido la Asociación Americana de Palomitas quien ha impulsado esta celebración en 1988, con el objetivo de destacar la importancia de este alimento en la cultura estadounidense. Inicialmente, la fecha se eligió para coincidir con las festividades de la Super Bowl y se celebraba el 31 de enero.
Sin embargo, en 2003, se decide adelantar la celebración al 19 de enero, convirtiéndose en una tradición mundial para honrar a este crujiente aperitivo que ha conquistado tanto las salas de cine como los hogares en todo el mundo.
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