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Por qué comemos palomitas de maíz en el cine

Las palomitas de maíz no solo son el acompañante perfecto para una película, ¡tienen toda una historia detrás! ¿Curioso? Haz clic y descubre cómo llega a ser el ‘snack’ más popular de las salas de cine.

3 minutos

18/1/25

Las palomitas de maíz son el aperitivo por excelencia para ver una película, sobre todo si es en el cine. Su crujido inconfundible, el aroma tentador que invade la sala y su versatilidad para adaptarse a todos los gustos, las convierten en un culto al séptimo arte. Saladas, con mantequilla, caramelizadas, mitad y mitad o incluso bañadas en chocolate. Pero ¿alguna vez te has preguntado cómo las palomitas de maíz han llegado a las salas de cine?

En este artículo te llevamos detrás de cámaras para descubrir por qué este snack tan simple se ha convertido en el compañero inseparable de las salas de cine. Spoiler alert: su historia está llena de giros inesperados.

De hecho, por si no sabías, las palomitas de maíz tienen su propio día mundial que se celebra cada 19 de enero.  Por ello, hemos decidido dedicar este espacio para contarte la historia detrás de este clásico aperitivo que no falta en las salas de cine.

El cine era un ocio de la clase alta

En sus inicios, el cine era un entretenimiento reservado para la élite. Las salas de proyección no se parecían en nada a los multicines que conocemos hoy; más bien, evocaban la sofisticación de una ópera o un teatro, con lujosas alfombras y decoraciones que no permitían ni una miga fuera de lugar. Comer durante una función estaba fuera de toda discusión.

Este exclusivo pasatiempo estaba al alcance de pocos debido a los altos costos, lo que convertía cada visita al cine en una experiencia refinada y elitista. Las butacas de terciopelo y los ambientes cuidadosamente diseñados eran testigos de un séptimo arte que, en sus primeros pasos, estaba lejos de la accesibilidad que hoy conocemos. Pero con el tiempo, todo cambió, y las palomitas entraron en escena para democratizar esta experiencia cultural.

El cine pasa a ser el refugio de una era difícil

Con la llegada del sonido, el cine comienza a abrirse al público en general. Y, desde la Gran Depresión (1929-1933), el cine ya no valía demasiado dinero, por lo que se había convertido en el escape perfecto para millones de estadounidenses que enfrentan una crisis económica devastadora

En un tiempo en el que más de 13 millones de personas habían perdido sus empleos, las entradas para ir al cine se habían convertido en uno de los pocos lujos que las familias podían permitirse, ofreciendo un respiro de la dura realidad sin vaciar los bolsillos.

Por otra parte, en una época marcada por la escasez de suministros, el maíz destacaba como un alimento económico y accesible. Así, las palomitas, fáciles de preparar y con un costo mínimo, se vendían en las calles como un aperitivo barato. Por ello, muchas personas, comienzan a comprar a los vendedores ambulantes palomitas de maíz por apenas cinco o diez centavos antes de entrar al cine y las escondían bajo los abrigos para burlar la prohibición inicial de consumir alimentos en el interior.

De modo que, las palomitas se convierten en el aperitivo preferido para acompañar a los espectadores en las salas, pese a la prohibición. Algo que al poco tiempo comienza a cambiar.

Una mujer ve el potencial negocio de las palomitas en el cine

Aunque en los primeros años comer dentro de las salas de cine seguía estando prohibido, Julia Braden, una emprendedora visionaria, había detectado una oportunidad única. En 1931, propuso a los propietarios del Linwood Theater, en Kansas City, montar un puesto de palomitas dentro del cine, ofreciéndoles una parte de las ganancias a cambio. Su idea fue un éxito rotundo, y pronto los dueños de otras salas comienzan a replantearse la rígida política de no permitir alimentos en sus establecimientos.

La estrategia de Julia marca un antes y un después. Al darse cuenta del potencial económico de las palomitas, los propietarios de los cines deciden eliminar al intermediario y producirlas ellos mismos. Para 1938, muchas salas ya contaban con sus propias máquinas para hacer palomitas, maximizando los beneficios y consolidando este snack como el compañero perfecto de las películas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, las palomitas alcanzan aún mayor popularidad debido a la escasez de azúcar, lo que impulsa el consumo de maíz como alternativa económica y abundante. Fue entonces cuando este hábito, iniciado por la visión de una mujer emprendedora, queda grabado en la historia del cine y en nuestras costumbres, uniendo para siempre las palomitas y la gran pantalla.

¿Por qué se celebra el Día Mundial de las Palomitas de Maíz el 19 de enero?

Aunque podría pensarse que el Día Mundial de las Palomitas de Maíz, celebrado cada 19 de enero, está relacionado con su papel icónico en las salas de cine, la realidad es diferente. Este día tiene su origen en Estados Unidos, donde este snack es igual de popular en eventos deportivos, especialmente en el fútbol americano.

La idea más aceptada es que ha sido la Asociación Americana de Palomitas quien ha impulsado esta celebración en 1988, con el objetivo de destacar la importancia de este alimento en la cultura estadounidense. Inicialmente, la fecha se eligió para coincidir con las festividades de la Super Bowl y se celebraba el 31 de enero.

Sin embargo, en 2003, se decide adelantar la celebración al 19 de enero, convirtiéndose en una tradición mundial para honrar a este crujiente aperitivo que ha conquistado tanto las salas de cine como los hogares en todo el mundo.

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La gastronomía española rinde homenaje a una de sus tapas más icónicas: la croqueta. En el Día Internacional de la Croqueta, que se celebra cada 16 de enero, esta delicia recibe toda la atención que merece. Aprovechando la ocasión, nos hemos dado a la difícil tarea de crear esta guía para descubrir dónde comer las mejores croquetas en España.

Hablar de croquetas es adentrarse en un mundo de creatividad infinita. Desde las clásicas de jamón hasta las más atrevidas de bacalao, rabo de toro o queso azul, cada una tiene su propio carácter. Y si nos fijamos en el rebozado, encontramos opciones para todos los gustos: desde el tradicional pan rallado hasta versiones innovadoras con panko o maíz tostado. 

Sin embargo, todas comparten algo en común: una bechamel perfectamente cocinada, sin grumos y con el punto exacto de melosidad, acompañada de una fritura que logre ese crujido característico que da sentido a su nombre, derivado del verbo francés croquer.

Croquetas Michelin

El bocado delicioso de un plato tradicional, elevado a la categoría de alta gastronomía, es lo que ofrecen los restaurantes más destacados de la guía Michelin. En sus propuestas, las croquetas dejan de ser una simple tapa para convertirse en una experiencia culinaria inolvidable.

¿Los más sonados? En Asturias, nombres como Casa Marcial (3 estrellas) y Casa Gerardo (1 estrella) se encuentran a la vanguardia. En El Corral del Indianu (1 estrella) y Regueiro (Tox), sus croquetas también se han ganado un lugar privilegiado en el panorama gastronómico nacional. La delicadeza de sus elaboraciones y la calidad de sus ingredientes hacen que cada bocado sea pura magia.

En otras partes de España, destacan las croquetas de jamón ibérico en Solana (1 estrella) y las de Trivio en Cuenca, donde la chacina estrella se convierte en arte. Para quienes buscan originalidad, las croquetas de tres carnes en Tatau Bistro (1 estrella) o las de pollo asado en Canalla Bistro (Valencia) son opciones imprescindibles. También merece una mención especial la versión de cocido de la abuela Manuela que se sirve en Tapas 3.0 (Salamanca), una auténtica oda a la tradición familiar, destaca la Guía Michelin.

Barcelona no se queda atrás. Lugares como Freixa Tradició y Vivanda (ambos reconocidos con un Bib Gourmand), junto con Mont Bar y Bardeni-Caldeni, presentan croquetas irresistibles, con propuestas donde la carne toma un protagonismo especial.

Por último, no podemos olvidar las emblemáticas croquetas de Echaurren (La Rioja), elaboradas siguiendo la receta de Marisa Sánchez, Premio Nacional de Gastronomía en 1987 y madre del chef dos estrellas Michelin, Francis Paniego. Estas croquetas han trascendido fronteras y son consideradas un icono en la alta cocina española.

Croqueta del Echaurren. Cortesía Guía Michelin.

Las de jamón

Si hay una croqueta que conquista paladares de norte a sur, es la de jamón. Su popularidad es indiscutible, tanto entre los comensales como en los concursos culinarios que buscan coronar a la mejor de España.

En Toledo, Iván Cerdeño ha marcado un antes y un después en la elaboración de croquetas. Su influencia es tal que varios de los ganadores recientes del Campeonato de Croquetas de Jamón son discípulos suyos. No lejos de ahí, las croquetas de jamón ibérico de José Manuel Gallego, también en Toledo, destacan por su calidad y ejecución, al punto de ser consideradas dignas de concurso. Cañitas Maite, otro representante toledano, se lleva el prestigioso título de Mejor Croqueta de Jamón Joselito en el concurso de Madrid Fusión 2021.

Más al sur, en Albacete, Ababol brilló con su croqueta elaborada con Jamón 5Jotas, conquistando el título de Mejor Croqueta de España en 2023.

En Asturias, las croquetas de jamón de Casa Belarmino han mantenido su fama a lo largo de los años. Finalistas en Madrid Fusión 2020, son un ejemplo de tradición y excelencia que sigue enamorando a quienes las prueban.

El restaurante Quinqué de Madrid se alzó como campeón de la Mejor Croqueta de Jamón de España en 2024. Entre los finalistas de ese año están el restaurante Pandora (Avilés), Flama (Valencia), La Barra de la Tasquería (Madrid), Santabar (Alicante), Jardín de los Duques (Madrid) y Jorge Lozano del restaurante Portal del Lino (Salamanca). Cada uno de ellos destaca por esta icónica tapa.

El norte destaca con las mejores croquetas

Cuando se trata de croquetas, el norte de España se posiciona como una auténtica cuna de excelencia. En Asturias y Burgos, los chefs han logrado crear versiones únicas que combinan tradición, innovación y una técnica impecable, elevando esta tapa a niveles inigualables.

En Oviedo, Pedro Martino, del restaurante Naguar, ha ganado reconocimiento por sus croquetas excepcionales. En Regueiro (Asturias), las croquetas han alcanzado el estatus de leyenda y han obtenido el premio a la Mejor Croqueta del Mundo en 2015, un reconocimiento que reafirma la maestría de su cocina. Otro imprescindible asturiano es Casa Gerardo, cuyas croquetas de compango de fabada se han convertido en una referencia indiscutible.

En Burgos, Cobo Estratos sorprende con su ‘Croqueta de leche fresca de vaca e ibérico’. Este restaurante combina la pureza de la leche local con la intensidad del jamón ibérico, logrando un equilibrio sublime que convierte cada bocado en una experiencia inolvidable.

Las croquetas de Madrid

Madrid, con su vibrante escena gastronómica, se posiciona como uno de los epicentros de las mejores croquetas de España. La capital ofrece desde las más tradicionales hasta las creaciones más innovadoras, conquistando a locales y turistas por igual.

El restaurante Tres por Cuatro ha destacado como finalista en el campeonato a la Mejor Croqueta de Jamón 2024, consolidándose como un referente en la escena croquetera madrileña. Otra de las grandes favoritas son las croquetas de Arzábal, cuya receta incorpora leche de oveja para intensificar su sabor.

En el barrio de Tetuán, Viavélez, una taberna de esencia asturiana dirigida por Paco Ron, deleita con dos variedades excepcionales: jamón y gambas. Por su parte, El Quinto Vino, una taberna castiza de renombre, sorprende con sus emblemáticas “croquetas de Esperanza”, elaboradas con jamón serrano y conocidas por su tamaño generoso y sabor tradicional.

Para los amantes de la creatividad, La Gastroteca de Chema es una parada obligatoria. Este restaurante, dirigido por Chema Soler, reinventa la croqueta con combinaciones únicas como tex mex de pollo, guacamole y jalapeños, pato con foie, o incluso croquetas líquidas de queso con confitura de tomate y olivas negras. Su carta es un paraíso para los croqueteros más atrevidos.

Entre los imprescindibles de Madrid también destacan las propuestas de La Tasquita de Enfrente, Cañadío, y BiBo Madrid, donde el chef Dani García mantiene la esencia de sus recetas originales, con opciones como jamón con polvo seco de tomate o chipirones en su tinta.

El restaurante Santerra también merece mención especial, cuyas croquetas de jamón ibérico se han alzado como las Mejores Croquetas del Mundo en Madrid Fusión 2018. Y si lo que buscas es historia y autenticidad, la taberna Casa Julio no decepciona. Su carta incluye opciones únicas como espinacas con pasas y gorgonzola, morcilla con membrillo, setas con puerros, queso azul, y muchas más.

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