¿Alguna vez te has preguntado por qué nos gusta tanto la cerveza fría? ¿Por qué no nos vale igual a temperatura ambiente o, peor aún, caliente? Pues ponte cómodo, porque vamos a descubrir el misterio detrás de este placer refrescante de tomar una caña bien fría. ¡Salud!
Servir cerveza
La temperatura es clave para que disfrutemos de la cerveza como se debe. Al estar fría, la cerveza se convierte en una experiencia más refrescante, lo que es perfecto para combatir el calor de verano.
No obstante, la preferencia por beber cerveza fría no es solo una cuestión de gustos personales o costumbres locales, sino que tiene una explicación científica que justifica por qué a nadie le gusta beber una caña caliente.
Una de las razones más comunes es que, a temperaturas más bajas, las papilas gustativas no son tan sensibles a los sabores amargos. Y ya sabemos que muchas cervezas tienen ese puntito amargo que, si bien es agradable, no queremos que sea lo único que sintamos.
La revista Matter, ha publicado un hallazgo a nivel científico y explica que la cerveza fría tiene más sabor a alcohol que a temperatura ambiente. El motivo tiene su respuesta en la química, y es que la temperatura cambia en la forma como se organizan las moléculas de agua y etanol que hay en el interior de las bebidas alcohólicas, y, por lo tanto, altera su sabor.
Con la graduación de las bebidas pasa algo parecido, ya que la química cambia en función que la concentración de alcohol aumenta. Así pues, combinando las dos variables se puede optimizar el sabor de la bebida.
Además, este estudio detalla que la temperatura y la graduación de las bebidas alcohólicas no es por casualidad, sino que se busca conseguir el mejor sabor en ellas. Sin embargo, todo el conocimiento popular acumulado todavía no se sustenta en una base científica clara.
Hay algo casi instintivo en el acto de tomar una cerveza fría. El "glup" que hacemos cuando el líquido pasa por nuestra garganta tiene un efecto casi terapéutico. El frío anestesia ligeramente nuestras papilas, haciendo que el trago sea más suave y placentero. Y claro, si la cerveza está bien fría, también es menos probable que te llene tanto como una bebida caliente, lo que significa que puedes seguir disfrutando más tiempo y, por qué no, pedir otra ronda.
No podemos dejar de lado el aspecto cultural. En España, la cerveza fría es casi un rito social. Desde el chiringuito en la playa hasta el bar de la esquina, pedir una cerveza fría es sinónimo de un rato de charla. Y no es solo por el calor; es una cuestión de tradición y de cómo hemos aprendido a disfrutar de esta bebida.
Aunque en otros países se toma la cerveza más templada, aquí en España, lo tenemos claro: la cerveza, cuanto más fría, mejor, pero al final del día, lo que importa es disfrutarla en buena compañía. ¡A tu salud!
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