La Gen Z busca comida con identidad, locales estéticos, causas reales y experiencias tan virales como sabrosas.
Si quieres atraer a un Zeta, prepárate para surfear entre tendencias, memes y muchas (MUCHAS) expectativas. Esta generación no entiende de tradiciones rígidas ni espera a que llegue el camarero con la carta: ellos ya lo han visto todo en TikTok antes de entrar al local. No basta con que el plato esté bueno, tiene que tener una historia, un concepto, un filtro y ojalá, un challenge viral.
Para la Gen Z, comer no es solo nutrirse ni solo disfrutar: es una expresión de identidad, una causa social, una oportunidad de creación de contenido y, claro, también un momento de desconexión. Si tu restaurante no los atrapa visualmente en 5 segundos, estás fuera del algoritmo.
Nacidos entre finales de los 90 y mediados de los 2010, son la primera generación 100% digital. No recuerdan un mundo sin smartphones, redes sociales ni emojis. Tienen el pulgar más entrenado que cualquier gamer y una capacidad para procesar contenido en segundos. Viven entre lo online y lo offline sin distinguir límites.
Son críticos, fluidos, muy conscientes con el clima, el género y las marcas que consumen. Buscan autenticidad, transparencia y causas con impacto real. Hablan con stickers, piensan en clips de 15 segundos y saben más de branding que muchos CM. Crecieron con influencers en lugar de ídolos de TV, y se forman más por YouTube que por clases magistrales.
Originalidad, impacto visual y experiencia compartible. Para ellos, el restaurante no solo debe servir buena comida, sino ser una plataforma de contenido. ¿Qué significa eso? Murales para fotos, platos que parezcan obras de arte, postres que hagan humo, cócteles que cambien de color o robots camareros. Si es raro, mejor.
Tecnología intuitiva
Pedir desde el móvil, pagar con criptos, recibir el menú en formato interactivo o realidad aumentada. No les pongas a llamar por teléfono. Todo debe estar a un clic.
Compromiso social real
No basta con tener una frase bonita en el packaging. La Gen Z quiere saber si usas ingredientes sostenibles, si apoyas causas sociales, si tratas bien a tus empleados. La autenticidad es clave: si finges, te cancelan.
Flexibilidad total
Les gusta picar de todo: menús adaptables, opciones veganas, sin gluten, sin lactosa, sin etiquetas. Agradecen que el local sea inclusivo, pet-friendly, gender-neutral y con energía buena.
La Gen Z vive a ritmo de playlist. Saltan de Billie Eilish a Bad Bunny, de Rosalía a Tyler, The Creator, y de repente te clavan un tema de Arctic Monkeys. Son la generación de los géneros borrosos, donde lo alternativo, lo urbano y lo experimental conviven en armonía. No buscan “música de fondo”, quieren vibes.
Una buena playlist, con curaduría actualizada y personalidad, puede ser decisiva para convertir a un local en su nuevo templo foodie.
No son derrochadores, pero tampoco escatiman si se trata de una experiencia que valga la pena (y que se pueda subir a redes). Pueden ahorrar en muchas cosas, pero gastan con alegría en comida divertida, estética y compartible. Les encanta el “treat yourself”, pero solo si va con su identidad.
Eso sí: son expertos en comparar, buscar cupones, apps de fidelidad y promociones limitadas. Les gusta sentir que descubrieron un lugar antes que los demás y que tienen una experiencia única, no una copia genérica.
Para la Gen Z, las cafeterías son más que lugares para tomar café. Son sets de fotos, refugios creativos, mini oficinas o el lugar ideal para conectar sin parecer demasiado formales. Les encantan los locales con estética cuidada, rincones “aesthetic”, tragaluces, plantas colgantes y frases pegadas a la pared.
El café debe tener personalidad: desde cold brews con leche de avena a matcha latte y frapuccinos originales. Y si hay bowls tropicales o postres healthy, aún mejor. Todo debe ser fotogénico, saludable y, claro, con opciones éticas y sostenibles.
Los bares para la Gen Z deben ser escenarios de experiencia, no solo sitios para beber. Les gustan los conceptos innovadores: bares temáticos, karaoke pop, speakeasies ocultos, locales con fotomatones, minigolf o juegos interactivos. ¿Un bar con identidad visual, cócteles creativos y baños para selfies? Éxito garantizado.
Buscan coctelería innovadora, pero también alternativas sin alcohol dignas de foto. Mocktails con colores brillantes, texturas nuevas y nombres divertidos tienen tanto protagonismo como el gin tonic de toda la vida.
La música importa: pueden ir de un reggaetón fino a un indie suave en segundos. Y si hay eventos colaborativos, coffee parties, DJs emergentes o ‘colabs’ con artistas, influencers o diseñadores, no faltan.
April 15, 2025
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