Desde el arte de escanciarla hasta las distintas variedades de manzanas que le dan su carácter, la sidra asturiana es mucho más que una simple bebida. Su reciente reconocimiento como Patrimonio Cultural Inmaterial celebra cómo su producción preserva los paisajes y su consumo se ha convertido en una tradición e idioma local.
Sidra asturiana.
La sidra asturiana, una de las bebidas más emblemáticas de España, ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Un logro que refuerza la importancia cultural y social de la sidra en la región de Asturias, además de posicionar este producto como un icono gastronómico a nivel mundial.
La tradición sidrera asturiana, que ha perdurado durante siglos, ahora cuenta con un reconocimiento internacional que garantiza su preservación para las futuras generaciones.
La candidatura presentada por España subraya la importancia de la sidra en las tradiciones y el día a día de Asturias. Destaca desde el cultivo de los manzanos y la elaboración de la bebida, hasta el singular arte del escanciado, que ha llegado a ser una técnica distintiva de la región. Este reconocimiento coincide con la iluminación de varios edificios asturianos en verde, un tributo al color de las botellas de sidra y a los verdes paisajes que caracterizan el territorio.
Asimismo, la cultura sidrera asturiana ha sido galardonada con el Premio Nacional de Hostelería 2024, en reconocimiento a su contribución al impulso de la gastronomía española.
La historia de la sidra en Asturias se remonta a más de mil años atrás, cuando los primeros habitantes de la región comenzaron a aprovechar las manzanas silvestres para producir esta bebida fermentada. Lo que comenzó como una práctica rural se ha convertido en una tradición profundamente arraigada en la cultura asturiana.
Este reconocimiento de la Unesco no solo se debe a la calidad de la sidra, sino también a todo lo que la rodea. Desde la manera tradicional en que se cultivan las manzanas, pasando por el proceso artesanal de elaboración, hasta la singular forma de escanciarla, un arte que convierte cada botella en un espectáculo.
La Unesco también añade que los huertos de manzanos son un elemento característico de los valles asturianos, y que el consumo de la sidra es un factor de socialización, ya sea en los hogares como en las sidrerías, en las fiestas populares y en las áreas de picnic. En resumen, la sidra no es solo una bebida en Asturias; es un símbolo de identidad que se celebra en fiestas populares, reuniones familiares y en las sidrerías, donde se disfruta en compañía.
Asturias cuenta con una rica variedad de manzanas, con un total de 76 tipos que son aptas para la Denominación de Origen Protegida Sidra de Asturias. Estas manzanas se agrupan en cuatro categorías principales: las ácidas, como la raxao, carrió y durona de Tresali; las dulces, entre las que destaca la verdialona; las amargas, que incluyen variedades como la regona, amariega y clara; y las agridulces, como la coloradona.
De estas manzanas se elaboran tres tipos de sidra. La más conocida es la sidra tradicional o de escanciar, que no se filtra y requiere el escanciado para oxigenarse. También existe la sidra natural espumosa, que se caracteriza por su carbonatación natural durante la segunda fermentación. Finalmente, la "nueva expresión" es una sidra filtrada y diseñada para su consumo directo, sin necesidad de ser escanciada.
La declaración de la sidra asturiana como Patrimonio de la Humanidad también tiene un impacto directo en la industria de la restauración y el turismo. Asturias, conocida por sus paisajes verdes y su rica gastronomía, se posiciona aún más como un destino atractivo para los amantes de la cultura y la buena mesa. Las sidrerías, uno de los pilares fundamentales de la experiencia gastronómica asturiana, se ven beneficiadas por este reconocimiento, atrayendo a turistas de todo el mundo deseosos de conocer de primera mano el proceso y disfrutar del ritual de escanciado.
Además, los platos que tradicionalmente acompañan la sidra, como el famoso "cachopo", los quesos asturianos o las fabes, ganan mayor visibilidad a nivel internacional, contribuyendo al crecimiento del sector de la restauración local. Para los restaurantes, contar con una sidra asturiana en su carta se convierte ahora en un signo de prestigio y autenticidad.
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