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¿Cómo debe ser un restaurante para conquistar a los Boomers?

Boomers buscan calidad, buen trato y sabor real: menos postureo, más mantel, charla, vino y café con historia.

6 minutos

19/4/25

Si quieres ganarte a un boomer, no lo intentes con neones chillones ni menús servidos en tablas de skate. Esta generación, que creció escuchando vinilos y viendo televisión en blanco y negro antes de que existiera Netflix, sabe exactamente lo que quiere cuando se sienta a la mesa: calidad, atención y una experiencia sin complicaciones. No necesitan un restaurante que parezca una galería de arte, sino uno que entienda de verdad el placer de comer bien y ser bien atendido.

Los boomers no buscan postureo, buscan consistencia. Son fieles a sus lugares favoritos, los recomiendan con fervor y, si los tratas bien, tienes cliente asegurado por años. No necesitan filtros de Instagram ni menús con nombres impronunciables, pero sí esperan que la comida tenga sabor, las porciones sean generosas y el ambiente los invite a conversar sin gritar por encima del DJ.

Primero analicemos a los Boomers

Hablar de los Boomers es hablar de una generación que ha vivido muchos cambios. Nacidos entre 1946 y 1964, crecieron con la revolución del rock & roll, vieron al hombre llegar a la Luna y trabajaron duro para comprarse su primera casa (cuando eso todavía era posible sin vender un riñón). Son pragmáticos, trabajadores y valoran la estabilidad, pero también saben cómo disfrutar la vida.

Tienen un radar para detectar calidad, huyen de lo artificial y valoran la experiencia completa: desde que pisan el restaurante hasta que pagan la cuenta (con tarjeta, sí, pero sin QR confusos ni apps complicadas). Les gustan los sabores tradicionales, aunque también están abiertos a propuestas modernas.

¿Y qué suena en la cabeza de un Boomer?

Cada Boomer lleva una banda sonora épica en su memoria. Olvídate del reggaeton y los beats electrónicos: ellos crecieron con The Beatles, Elvis Presley, The Rolling Stones y Aretha Franklin. Su adolescencia sonó a vinilo y sus fiestas a Bee Gees, Queen, Simon & Garfunkel o Bob Dylan. Para ellos, una buena canción tiene letra, melodía y alma (y si se puede cantar en el coche, mejor).

A la hora de elegir música en un restaurante, no quieren sentirse en un antro de música electrónica. Les va el jazz suave, el soul clásico, o incluso ese pop melódico de los 80 y 90 que los hace sentir en casa. Una playlist con Phil Collins, Fleetwood Mac, Elton John o incluso Julio Iglesias puede hacer que se queden a pedir postre. Y si hay música en vivo (pero sin que exploten los altavoces), punto extra.

Boomers y el dinero: gastar con gusto, no por impulso

A diferencia de generaciones más jóvenes, los Boomers no viven al límite de su tarjeta, pero tampoco son de los que piden agua del grifo para ahorrar. Tienen otra filosofía: si algo vale la pena, se paga sin problema. Valoran la calidad y están dispuestos a gastar en experiencias que realmente disfruten, especialmente cuando se trata de buena comida, buen vino y buena compañía.

No se dejan seducir por lo llamativo, pero sí por lo auténtico. Prefieren pagar más por un filete bien hecho en un sitio con mantel que por una hamburguesa en un local que parece una nave espacial. Y ojo, no escatiman cuando salen en grupo: si la experiencia es buena, invitan, repiten y dejan propina sin pestañear.

¿Qué buscan los Boomers en un restaurante?

Comida con sabor a casa, pero con el toque de un buen chef. Prefieren platos que reconozcan, bien hechos, con ingredientes frescos y porciones generosas. Si un restaurante clava la paella, la lasaña o el entrecot, lo tienes en el bolsillo.

Ambiente cómodo y conversable

Quieren un espacio donde puedan hablar sin forzar la voz. Sillas cómodas, buena iluminación, una decoración acogedora y, si hay mantel de tela, mejor que mejor.

Servicio atento, sin prisas, sin presiones

Esta generación valora el trato humano: camareros que escuchen, recomienden y sepan explicar la carta sin necesidad de mirar una tablet. No les gusta que los apuren ni que les hablen en jerga foodie. Si pueden tomarse su tiempo, brindar con una copa de vino decente y cerrar la comida con un postre de toda la vida y un chupito de la casa, se van felices.

Facilidades prácticas

Parking cercano, acceso cómodo, baños limpios y una carta impresa clara y legible. ¿WiFi? Bien, pero no imprescindible. Para ellos, el boca a boca todavía funciona mejor que cualquier campaña de influencers y son de llamar al restaurante para reservar.

Cafeterías que enamoran a los Boomers

Para ellos, una cafetería no es un coworking ni un estudio de TikTok. Es un refugio donde leer el periódico, conversar tranquilamente o simplemente disfrutar de un café bien hecho. Adoran los lugares con alma, con ese aire nostálgico y acogedor, donde el barista los saluda por su nombre y recuerda que siempre piden "cortado con leche templada".

Les gustan los cafés con mesa de mármol, sillas cómodas, vitrinas con pastelería casera y ventanales con vistas. Si hay terraza al sol, mejor. No buscan el café con dibujos, pero sí un buen espresso, un capuccino cremoso o un té bien servido, y si viene con bizcocho casero, se quedan encantados.

¿Y los bares? También tienen su propio “after”

Aunque muchos Boomers dejaron atrás las discotecas llenas de humo, siguen disfrutando de una buena copa en un sitio con clase. Prefieren bares con barra de madera, música que acompañe sin aturdir, y una carta de cócteles donde sepan preparar un buen Dry Martini, un Negroni o un clásico Old Fashioned.

No necesitan luces LED ni espectáculos de fuego: buscan ambiente, conversación y comodidad. Les encantan los bares con historia, coctelerías con barman experto y locales donde puedan tomarse un vino tranquilo sin sentirse desubicados entre veinteañeros en modo rave.

Y si hay música en vivo (jazz, boleros o blues) en formato íntimo, has conquistado su noche. Para ellos, salir no es descontrol, es placer sofisticado.

Tabla de contenidos

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La gastronomía española rinde homenaje a una de sus tapas más icónicas: la croqueta. En el Día Internacional de la Croqueta, que se celebra cada 16 de enero, esta delicia recibe toda la atención que merece. Aprovechando la ocasión, nos hemos dado a la difícil tarea de crear esta guía para descubrir dónde comer las mejores croquetas en España.

Hablar de croquetas es adentrarse en un mundo de creatividad infinita. Desde las clásicas de jamón hasta las más atrevidas de bacalao, rabo de toro o queso azul, cada una tiene su propio carácter. Y si nos fijamos en el rebozado, encontramos opciones para todos los gustos: desde el tradicional pan rallado hasta versiones innovadoras con panko o maíz tostado. 

Sin embargo, todas comparten algo en común: una bechamel perfectamente cocinada, sin grumos y con el punto exacto de melosidad, acompañada de una fritura que logre ese crujido característico que da sentido a su nombre, derivado del verbo francés croquer.

Croquetas Michelin

El bocado delicioso de un plato tradicional, elevado a la categoría de alta gastronomía, es lo que ofrecen los restaurantes más destacados de la guía Michelin. En sus propuestas, las croquetas dejan de ser una simple tapa para convertirse en una experiencia culinaria inolvidable.

¿Los más sonados? En Asturias, nombres como Casa Marcial (3 estrellas) y Casa Gerardo (1 estrella) se encuentran a la vanguardia. En El Corral del Indianu (1 estrella) y Regueiro (Tox), sus croquetas también se han ganado un lugar privilegiado en el panorama gastronómico nacional. La delicadeza de sus elaboraciones y la calidad de sus ingredientes hacen que cada bocado sea pura magia.

En otras partes de España, destacan las croquetas de jamón ibérico en Solana (1 estrella) y las de Trivio en Cuenca, donde la chacina estrella se convierte en arte. Para quienes buscan originalidad, las croquetas de tres carnes en Tatau Bistro (1 estrella) o las de pollo asado en Canalla Bistro (Valencia) son opciones imprescindibles. También merece una mención especial la versión de cocido de la abuela Manuela que se sirve en Tapas 3.0 (Salamanca), una auténtica oda a la tradición familiar, destaca la Guía Michelin.

Barcelona no se queda atrás. Lugares como Freixa Tradició y Vivanda (ambos reconocidos con un Bib Gourmand), junto con Mont Bar y Bardeni-Caldeni, presentan croquetas irresistibles, con propuestas donde la carne toma un protagonismo especial.

Por último, no podemos olvidar las emblemáticas croquetas de Echaurren (La Rioja), elaboradas siguiendo la receta de Marisa Sánchez, Premio Nacional de Gastronomía en 1987 y madre del chef dos estrellas Michelin, Francis Paniego. Estas croquetas han trascendido fronteras y son consideradas un icono en la alta cocina española.

Croqueta del Echaurren. Cortesía Guía Michelin.

Las de jamón

Si hay una croqueta que conquista paladares de norte a sur, es la de jamón. Su popularidad es indiscutible, tanto entre los comensales como en los concursos culinarios que buscan coronar a la mejor de España.

En Toledo, Iván Cerdeño ha marcado un antes y un después en la elaboración de croquetas. Su influencia es tal que varios de los ganadores recientes del Campeonato de Croquetas de Jamón son discípulos suyos. No lejos de ahí, las croquetas de jamón ibérico de José Manuel Gallego, también en Toledo, destacan por su calidad y ejecución, al punto de ser consideradas dignas de concurso. Cañitas Maite, otro representante toledano, se lleva el prestigioso título de Mejor Croqueta de Jamón Joselito en el concurso de Madrid Fusión 2021.

Más al sur, en Albacete, Ababol brilló con su croqueta elaborada con Jamón 5Jotas, conquistando el título de Mejor Croqueta de España en 2023.

En Asturias, las croquetas de jamón de Casa Belarmino han mantenido su fama a lo largo de los años. Finalistas en Madrid Fusión 2020, son un ejemplo de tradición y excelencia que sigue enamorando a quienes las prueban.

El restaurante Quinqué de Madrid se alzó como campeón de la Mejor Croqueta de Jamón de España en 2024. Entre los finalistas de ese año están el restaurante Pandora (Avilés), Flama (Valencia), La Barra de la Tasquería (Madrid), Santabar (Alicante), Jardín de los Duques (Madrid) y Jorge Lozano del restaurante Portal del Lino (Salamanca). Cada uno de ellos destaca por esta icónica tapa.

El norte destaca con las mejores croquetas

Cuando se trata de croquetas, el norte de España se posiciona como una auténtica cuna de excelencia. En Asturias y Burgos, los chefs han logrado crear versiones únicas que combinan tradición, innovación y una técnica impecable, elevando esta tapa a niveles inigualables.

En Oviedo, Pedro Martino, del restaurante Naguar, ha ganado reconocimiento por sus croquetas excepcionales. En Regueiro (Asturias), las croquetas han alcanzado el estatus de leyenda y han obtenido el premio a la Mejor Croqueta del Mundo en 2015, un reconocimiento que reafirma la maestría de su cocina. Otro imprescindible asturiano es Casa Gerardo, cuyas croquetas de compango de fabada se han convertido en una referencia indiscutible.

En Burgos, Cobo Estratos sorprende con su ‘Croqueta de leche fresca de vaca e ibérico’. Este restaurante combina la pureza de la leche local con la intensidad del jamón ibérico, logrando un equilibrio sublime que convierte cada bocado en una experiencia inolvidable.

Las croquetas de Madrid

Madrid, con su vibrante escena gastronómica, se posiciona como uno de los epicentros de las mejores croquetas de España. La capital ofrece desde las más tradicionales hasta las creaciones más innovadoras, conquistando a locales y turistas por igual.

El restaurante Tres por Cuatro ha destacado como finalista en el campeonato a la Mejor Croqueta de Jamón 2024, consolidándose como un referente en la escena croquetera madrileña. Otra de las grandes favoritas son las croquetas de Arzábal, cuya receta incorpora leche de oveja para intensificar su sabor.

En el barrio de Tetuán, Viavélez, una taberna de esencia asturiana dirigida por Paco Ron, deleita con dos variedades excepcionales: jamón y gambas. Por su parte, El Quinto Vino, una taberna castiza de renombre, sorprende con sus emblemáticas “croquetas de Esperanza”, elaboradas con jamón serrano y conocidas por su tamaño generoso y sabor tradicional.

Para los amantes de la creatividad, La Gastroteca de Chema es una parada obligatoria. Este restaurante, dirigido por Chema Soler, reinventa la croqueta con combinaciones únicas como tex mex de pollo, guacamole y jalapeños, pato con foie, o incluso croquetas líquidas de queso con confitura de tomate y olivas negras. Su carta es un paraíso para los croqueteros más atrevidos.

Entre los imprescindibles de Madrid también destacan las propuestas de La Tasquita de Enfrente, Cañadío, y BiBo Madrid, donde el chef Dani García mantiene la esencia de sus recetas originales, con opciones como jamón con polvo seco de tomate o chipirones en su tinta.

El restaurante Santerra también merece mención especial, cuyas croquetas de jamón ibérico se han alzado como las Mejores Croquetas del Mundo en Madrid Fusión 2018. Y si lo que buscas es historia y autenticidad, la taberna Casa Julio no decepciona. Su carta incluye opciones únicas como espinacas con pasas y gorgonzola, morcilla con membrillo, setas con puerros, queso azul, y muchas más.

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